Actualización de WFF sobre Baja – Una perspectiva mexicana

Notas de Baja California Sur

¿Qué encontrarían John Steinbeck y Ed Ricketts si pudieran regresar hoy al Mar de Cortés*? ¿Qué es lo mismo y qué ha cambiado? Su expedición de 1940 los llevó a un lugar poco conocido por la ciencia. Recogieron y se llevaron criaturas de este lugar pero también dejaron algo de gran valor. Steinbeck estaba interesado en ir a México en busca de inspiración para sus historias. En particular quería ir a La Paz. Rickets, por otro lado, estaba interesado en explorar y estudiar las pozas de marea de la región. Esa feliz intersección entre arte y ciencia no sólo produjo el comienzo de la ecología intermareal en este mar mexicano, sino que planteó profundas preguntas sobre la relación del hombre con la naturaleza.

Hoy el Mar de Cortés es muy diferente a lo que era entonces. Casi todo lo que vieron ha cambiado, para bien y para mal, por las acciones y decisiones de quienes vivimos allí y de quienes vienen de visita por cualquier motivo. Las preguntas formuladas a bordo del Western Flyer o en los charcos de marea de entonces todavía se consideran o se ignoran, como suele ser el caso. Es más evidente que nunca que al ignorar el tema lo hacemos bajo nuestro propio riesgo.  

El impacto que los humanos han tenido en los océanos del mundo es devastador, pero en el Mar de Cortés es calamitoso. El rápido desarrollo de México ha puesto en peligro el medio ambiente en toda la nación. La sobrepesca, el desarrollo costero no regulado, la escorrentía agrícola, industrial y urbana, por nombrar algunos, han llevado el capital natural y la resiliencia de este mar a un punto de inflexión. La UNESCO ha advertido que la designación de Patrimonio Mundial que confirió al Mar de Cortés y sus islas en 2005 corre el riesgo de ser retirada por esta razón. Todavía estamos a tiempo de abordar estas cuestiones pero no nos queda mucho tiempo para hacerlo. Todos tenemos que reconsiderar la cuestión de nuestra relación con este lugar.

México lucha bajo el peso punitivo de la pobreza, la corrupción, la impunidad y la ausencia del Estado de derecho. La pandemia ha exacerbado estos problemas hasta el punto de que las agencias gubernamentales encargadas de proteger el medio ambiente ya no cuentan con los presupuestos ni el personal necesarios para cumplir con su deber. Las oportunidades para ignorar leyes, reglas y regulaciones están en todas partes.  

La sociedad civil ha sido informada y empoderada para hablar. El activismo ambiental es relativamente reciente en Baja California Sur, ya que surgió de la gente de La Paz que impidió el desarrollo de Puerto Balandra, así como del rechazo generalizado a la minería tóxica a cielo abierto en la región y el éxito de la sociedad en detenerla. Desde el pueblo pesquero más pequeño hasta los grandes centros urbanos, la gente influye en las decisiones, prácticas y políticas gubernamentales. Hay varias ONG mexicanas que trabajan en la región para abordar estos problemas y crear cambios proporcionando ejemplos viables y replicables de cómo vivir en armonía con la naturaleza, prosperar al hacerlo y ser administradores de nuestro capital natural. 

Steinbeck y Ricketts no pueden regresar, pero el pequeño bote de madera que los llevó allí sí puede y está regresando. La historia del viaje de la expedición ha sido publicada en varios idiomas y es muy conocida en muchas partes del mundo pero no en México. Hay una edición de España pero es difícil de encontrar. Aunque conocemos y admiramos a Steinbeck en México, no sabemos de El Tronco del Mar de Cortés, o de la importancia de la expedición que describe y narra. Ahora tenemos la oportunidad de darlo a conocer a las nuevas generaciones con ganas de aprender e informarse sobre la naturaleza. Cuando ella regresa, el Western Flyer será un mensajero, un símbolo y una sala de clases donde las personas que pueblan las costas del Golfo de California podrán conocer su mar, cómo era, cómo es y cómo puede ser.

-Enrique Hambleton

Miembro de la junta directiva, Fundación Western Flyer

*Nota: En español se escribe Cortés. En inglés se escribe Cortez y, a veces, Cortéz.

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